Menú :






Enlaces :




Hora en Buenos Aires:






Contacto :

info@Betina-Edelberg.net





SOBRE LA AUTORA


Foto de Gerardo Lehmann
por Silvina Ocampo (Buenos Aires, 1962)


Gerardo Lehmann

El ingeniero Gerardo Lehmann, de origen francés, se radicó en Buenos Aires, en el barrio de La Recoleta.

Paralelamente a su ingenio industrial (creador de máquinas para la industria) y su actividad empresarial (firma Lehmann que fundó su abuelo paterno y que importó en Argentina las primeras bicicletas de la marca Peugeot), Gerardo Lehmann cultivó su pasión por la literatura, en sus dos variaciones: lectura y escritura.

Se casó con la poeta Betina Edelberg, formaron una feliz pareja hasta la muerte de su esposa en enero de 2010. Ambos son padres de una hija única, Bárbara.

Gerardo Lehmann es también el autor de 'Crímenes de la influencia", cuya primera edición data de 1951, en la editorial Botella al Mar, sello que evoca a Edgar Allan Poe, autor cuya extraordinaria influencia a formado generaciones de escritores y fue tan admirado por Borges.

Palabras de Gerardo LEHMANN
en homenaje a Betina EDELBERG

[Pronunciadas en la SADE, el 29 de septiembre de 2010]

Con la autoridad que me confieren los muchos años en que estuve casado con ella (una hazaña recíproca que merece figurar en el libro de los récords), comenzaré por afirmar con total imparcialidad que Betina era macanuda. Los académicos presentes perdonarán el vetusto calificativo, ya que no encuentro un equivalente adecuado entre los más actuales para expresar la admiración que durante todo ese lapso me inspiró.

Casi siempre suave, Betina era una equilibrada combinación de feminismo y femineidad, de firmeza y flexibilidad.

Aunque en sus escritos y conferencias siempre abogó por los derechos de la mujer, lo hizo sin desmesura y sin fanatismo. Colaboró en una enciclopedia de la Mujer, escribió artículos y participó en diversas mesas redondas. Su conferencia sobre la mujer y la política no ha perdido actualidad.

Fue una esposa ejemplar y una madre insuperable. Creo que, de alguna manera sobrenatural, todavía no se cortó del todo el cordón umbilical que la sigue uniendo a Bárbara, a cuyo tesón debemos la organización del presente acto de homenaje.

Betina nunca se sintió disminuida por las tareas domésticas; las encaró con eficacia y habilidad, sin desmedro de sus actividades. Su gusto por la gastronomía era conocido por los que concurrieron a nuestra mesa: era una consumada chef que no sólo se ocupaba de idear el menú acorde con los invitados sino que aportaba sus propias creaciones, muchas de las cuales nos han quedado en sus cuadernos manuscritos. Además de su imponente biblioteca, su colección de libros de gastronomía era notable.

Sería pretencioso de mi parte acometer un análisis de la producción literaria de Betina. Me limitaré a lamentar que, si bien nunca dejó de escribir, no haya publicado más libros. La autoexigencia la obligaba a pulir su obra una y otra vez para mantener la calidad.

Mi hija me sugiere que hagamos un mea culpa conjunto ya que esa escasez podría haber sido también consecuencia de su dedicación a ambos. ¡Sea!

A principios de este año, nos manifestó que se proponía publicar su libro de poemas “Arenas de la Memoria” y la colección de sus cuentos, (excelentes según los amigos que alcanzaron a leerlos). También estaba escribiendo una crónica de la época ilustre de las letras argentinas de la que participó.

Poco antes del fin, tuvo la enorme alegría de escuchar la musicalización de algunos de sus poemas por el dúo Wahren-Trosman, una valiosa transcripción que culminará este homenaje.

Betina fue prudente, generosa y sabia en el difícil arte de aconsejar. En una ocasión, uno de sus discípulos en el taller literario se abandonó a la confidencia y al llanto consiguiente. Al escuchar los sollozos, nuestra empleada le aconsejó:

—Señora: ¡Con psicología es otro precio!

No correré el riesgo de la reiteración si ofrezco a continuación un resumido relato de nuestro viaje a Europa cuando Betina fue becada por el Fondo Nacional de las Artes para realizar un ensayo sobre la literatura francesa de esa época. Yo me las ingenié para combinarlo con un viaje de trabajo.

Por exigencias de la beca, Betina se comprometió a entrevistar a los principales escritores franceses. Una vez en París, ante la posibilidad de viajar a Italia, solicitó la autorización respectiva a las autoridades del Fondo, las que aceptaron inmediatamente, en vista del propósito similar.

En cumplimiento de su compromiso, Betina se contactó con Quasimodo, que acababa de obtener el premio Nobel. Generosamente, éste nos invitó a cenar en compañía de su reciente conquista. La entrevista tuvo lugar en un restaurante lujoso, entre platos exquisitos.

Fuimos luego a entrevistar a Ungaretti en el moderno barrio Eur. Fiel a su fama, nos apabulló con sus recitados estentóreos.

También entrevistó a los poetas Luzzi, Sereni, Bertochi. Y también a Pasolini y a Atilio Bertolucci, padre del cineasta.

Otro entrevistado fue Sandro Penna, quien acababa de ser laureado por su poesía. Sorprendentemente, apareció por el hotel en su vespa acompañado por un joven atlético y casi mudo, al que dijo haber comprado en el mercado y luego adoptado como hijo.

En Francia, en donde transcurrió la mayor parte del tiempo, Betina entrevistó a los principales escritores de entonces y grabó sus voces para su proyectada biblioteca de la palabra, que Bárbara ha hecho transcribir

Gracias a nuestra amiga, la cineasta venezolana Margot Benacerraf, quien había leído y admirado en la recordada librería LETRAS sus primeros libros, Betina conoció a Mary Merson, la generosa asistente de Henri Langlois en la Cinemathèque Française. Esta le aconsejó a Betina a quiénes le convenía entrevistar. Lo hizo con una fórmula, sucinta y persuasiva:

— ¿No ha visto a Cocteau? Hay que verlo, está muy cansado (Il est très fatigué) y seguía una letanía con la enumeración sistemática de personajes fatigados, entre los cuales citaré:

Francis Ponge (Betina había redactado su tesis acerca de él), Maurice Fombeure, Pierre Emanuel, Tristan Tzara, Louis Aragon, Paul Eluard, etc…

También conversó extensamente con Pierre Seghers (poeta y editor de la célebre colección “Poètes d’aujourd’hui”) de quien conservó cartas.

Cuando visitó a Henri Michaux, éste se negó a permitir la grabación de sus palabras y en cambio la convidó con caramelos de rosas. Ante la evidente vacilación de Betina, le aclaró que no contenían drogas.

(Como se sabe, Michaux había experimentado con ellas por curiosidad intelectual, y escrito sobre la mescalina y otras substancias alucinógenas. También se sabe que se le fue la mano en esa experimentación y que por ello debió internarse algún tiempo en una clínica especializada).

Entre muchos otros que no recuerdo, durante la estadía en Paris frecuentó a Julio Cortázar, a Alejandra Pizarnik, a Marta Mosquera Eastman, a Octavio Paz y al muralista mexicano Rufino Tamayo.

Betina era tan estricta consigo como con los demás. En una ocasión, enterado de que ella participaba de un concurso literario, uno de los jurados, acaso el más decisivo, le preguntó cuál era su seudónimo. Por supuesto, ella se negó a revelarlo.

Internet ha abusado de la cómoda simplificación de limitar la obra de Betina a su colaboración con Borges, con quien, efectivamente, escribió primero el libreto de un ballet (inédito) titulado “La imagen perdida” y luego el Lugones.

Para escribir el ensayo sobre Lugones, Borges buscó en Betina una colaboradora inteligente y erudita. Era un tema arduo, en vista de lo cambiante que había sido Lugones, tanto en lo político como en lo literario. Betina discrepaba en algunos aspectos con Borges y yo pude escuchar, desde el dormitorio, el enérgico debate. En el prólogo de la segunda edición, Betina explicó su postura en esa difícil colaboración. Recomiendo su lectura a los que se interesen.

También escuché las enormes carcajadas de ambos, pues los dos, devotos del humor, intercambiaban desvaríos, exageraciones y frases rebuscadas. No desechaban la oportunidad de reírse de lo solemne, de lo retórico y de lo absurdo.

Durante toda su vida, Betina mantuvo amistades con destacados escritores, músicos y artistas plásticos. Aparte de los presentes, citaré a algunos de ellos: su gran amiga Magdalena Harriague, cuya hija María Luz nos ha leído poemas del libro que Betina dejó para publicar este año.

También mencionaré, entre sus amigos, a Manucho Mujica Láinez, a Arturo Cuadrado y Luis Seoane, creadores de la editorial Botella al Mar, la que dio a conocer a muchos valores de la poesía argentina. Además, a Juan Carlos Ghiano, a Maria Rosa Vaccaro y Margarita Riera, dueñas de la legendaria librería LETRAS, a Miguel Alfredo Olivera, a Fryda Schultz de Mantovani, a Jorge, Marion y Nicolás Helft, a Silvina Ocampo, a la destacada compositora Mabel Mambretti, a Horacio Armani y María Esther Vázquez, a Angel Battistessa, a Miguel Dolan, a Esther Barugel y Nicolás Rubió, y a casi toda la Galaxia Borges, entre tantos otros que sería imposible enumerar sin omisiones.

Betina recibió elogios entusiastas y testimonios de aprecio de Victoria Ocampo, de Carlos Mastronardi y de Gabriela Mistral, entre las muchas figuras intelectuales y artísticas que conocieron su obra.

En los últimos años, siguió escribiendo y dictando en casa sus talleres literarios, que fueron muy apreciados por los escritores talentosos que buscaron su guía.

A mi, siempre me alentó a escribir, de modo que debió soportar la lectura obsesiva de las versiones sucesivas de mis escritos y aportar sus correcciones y sus acertadas observaciones. Al despedirnos, entre sus últimas palabras me ordenó que publicara mi producción inédita. Por supuesto, tendré que obedecerla. Quedan ustedes notificados.

Agregaré que Betina era una ávida lectora y que se mantuvo siempre actualizada. Se interesó desde joven por otros temas y disciplinas. Fue una excelente bailarina de ballet, dirigió teatro, siguió cursos de filosofía, de cine, de guión de televisión. Fue una de las mejores profesoras de latín y de griego y dominó varios idiomas. También estudió sánscrito . Al igual que otros creadores, se interesó por el psicoanálisis, el ocultismo y la cábala. Los que la frecuentaron han coincidido en opinar que, gracias a su erudición y a su bondadoso sentido del humor, era una conversadora amena y divertida.

A mi me estimulaba y alejaba mi esporádico desánimo. Ella se autocalificaba como mi Scheherezade. Aclaro que nunca la obligué blandiendo una amenazante cimitarra. Conservó su lucidez y su calidez hasta sus años finales. Con su ingenio, su alegría y su ternura consiguió alejar la monotonía de los años de convivencia y mantenerme enamorado.

Además de cultivar su belleza interior, le encantaba recordar que hasta su madurez fue considerada por muchos “la mujer más linda de Buenos Aires”.

Muchas gracias por tolerar estas palabras, acaso demasiado almibaradas.

Nuestra querida Sheherezade hubiera merecido un Taj Mahal pero, comprensiva como es, seguramente se conformará con la excelente muestra que Bárbara ha logrado organizar en las vitrinas de la SADE.



FR | EN














han elogiado
Edelberg:





Homenaje a Betina Edelberg
en la Sociedad Argentina de Escritores


17 abril 2012, 19h
Presentación del libro de Gerardo Lehmann
'Las islas verdaderas no estan en los mapas'

En la SADE, Sala Marechal
Uruguay 1371
ubioba@gmail.com

'Las islas verdaderas no estan en los mapas'
de Gerardo Lehmann


Presentación del libro
'Las islas verdaderas no están en los mapas'
por Bárbara L. Costa

Amigos, después no me digan que no les avisé a tiempo:
El martes 17 de abril a las 19 hs se presentará en la S.A.D.E (Sociedad Argentina de Escritores) el libro "Las islas verdaderas no están en los mapas" de Gerardo Lehmann, ilustrado por Nicolás Rubió.


Se trata de un libro de cuentos, en realidad de ucronías (explicaré qué son las ucronías) y una novela corta que se desarrolla en el mismo país que los cuentos, que la preceden.
Ustedes seguramente se preguntarán por qué les recomiendo el libro y también asistir a la presentación. Aquí va la respuesta...el libro porque es una sátira, es decir que está escrita con humor y además tiene unas ilustraciones (en blanco y negro) sorprendentes y una tapa desbordante de color e imaginación. Y les recomiendo ir a la presentación porque van a estar muchos de los escritores de la mejor época de la literatura argentina, que ahora tienen una edad avanzada, casi como la de su autor, es decir apenas 88 años!!!

Vale la pena. Un abrazo.

Ucronías:
Tal como les prometí, les aclaro el concepto de “ucronías”, extractando un párrafo de la contratapa del libro, recién horneado y que pronto estará en las librerías:

“…Estos cuentos, nos dice su autor, Gerardo Lehmann, no son cuentos sino ucronías. Las palabras preliminares del libro LAS ISLAS VERDADERAS NO ESTAN EN LOS LIBROS, aclaran el concepto: la ucronía es un juego mental que reconstruye lo que pudo haber ocurrido, sin ocurrir de verdad. De modo que los acontecimientos aquí narrados habrían podido, y hasta merecido, suceder, pero han elegido permanecer en ese otro terreno del que el autor los rescata, arrancándolos a la fecundidad de la incertidumbre para volverlos ciertos, aunque sólo en la medida en que el lector participe del juego…”
...[+]