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SOBRE LA AUTORA


Foto de Alicia Dujovne Ortiz



'Betina era para mí ...'

Betina era para mí una cara extraordinariamente hermosa destacada por el peinado tirante, una voz cálida y divertida en el teléfono y un sentido del humor que nos volvía cómplices. Siempre sentí la complicidad, tácita, sobreentendida, inexplicable. Una de esas guiñadas profundas a las que no respondemos del todo, por un motivo u otro, mientras aún es tiempo. Algo quería decirme Betina con su gracia de gran señora que se toma el pelo a sí misma, elegante, irónica, desprendida e incapaz de cometer la torpeza de repetir palabras o recalcar efectos.

Teníamos un té pendiente. Cuando la llamé a decirle que me iba de viaje, como siempre, ella me contestó con una información que parecía descolgada y no lo era en lo más mínimo: «Tengo ochenta años». A buen entendedor, no le des largas a la visita porque se acaba el plazo.

La descubro ahora, como suele suceder cuando se llega tarde a la cita, siempre que el que esperaba haya tenido la precaución de dejar señales. Por suerte, Betina las dejó, y muy claras. Gracias a esas señales, antes no la conocía del todo y ahora sí. Un puñado de poemas es mejor que un té, más elocuente, sobre todo cuando la complicidad inexplicable ha existido de veras, porque entonces tenemos la certeza de que el otro nunca dudó de que el encuentro terminaría por tener lugar, aunque fuera en un homenaje póstumo como el que nos convoca.

Lo curioso (una palabra muy de Borges, «curioso»; no por nada se me ocurre en el momento de hablar de una poeta que fue su amiga) lo curioso es que el primer verso de Betina que cae bajo mis ojos parece corresponder a esa visita postergada con otro guiño de connivencia, aun más encantador: «He resuelto dejar de visitarme».

Este verso me abre el camino hacia los otros y me despierta la más alborozada admiración: ¿acaso dejar de visitarse a sí mismo no forma parte de las mejores resoluciones que se pueden tomar en los momentos más lucidos, más desesperados y de mayor audacia? Dejar de visitarse, por supuesto, no en el sentido de abandonar el apasionado recuerdo de sí, indispensable para estar vivos, sino la tibieza, la blandura, la monotonía de unos encuentros consigo mismo rutinarios y no reveladores. Y la poesía de Betina es una lucha sin cuartel contra todo aquello que se atreva a no ser revelación.

Empleo voluntariamente las palabras «tibio», «blando», «monótono», porque son palabras que se repiten en esta poesía como si fueran monstruos dibujados en la caverna prehistórica para despojarlos del miedo que suscitan. No hay otro miedo aquí, el único terror es el de ceder a la tentación de todo lo que no sea ardiente y lleno de esplendor.

Y a la tentación de la mentira. Betina sabe que también en las palabras acecha la mentira y no acepta tomarlas de cómodo refugio, ni dejarse vencer por la «muerte morosa» y la «lenta podredumbre» que pueden encerrar bajo apariencias engañosas, ni buscarse inútilmente en su «falso espejo». En cambio acepta lo más puro, lo más fervoroso, «la soledad de una frase» y «el altivo exilio de nombrar».

Otra palabra clave es ésa justamente, «aceptar». La rebeldía de Betina no destruye, es una rebeldía madura y hasta humilde, pese al deseo de altivez que la alimenta, que de pronto percibe el esplendor allí donde sólo parecía haber une serie de tristes repeticiones. Como en ese éxtasis de la calle Corrientes, en su poema

«Buenos Aires», cuando

«el que fuera monótono rebaño fantasmal/
de gentes disecadas/
… ha brotado con sus soleadas burbujas/
con su violenta plenitud».

Violenta plenitud, pero surgida de la contemplación de una simple escena cotidiana. En esa lucha contra la monotonía, la aceptación de la vida termina por sobreponerse al vértigo, extático o furioso. Betina une en su poesía la rabia de la adolescente y la redonda actitud de la mujer que ha descubierto el fulgor de la presencia. Las paredes que la aprisionan se precipitan sobre ella en forma torrencial, pero, al nombrar los gestos de cada día, sabe que está nombrando el amor.

Esa es la tercera clave, la palabra «presencia». Una palabra religiosa, aunque ella no lo diga. Esa palabra está contenida en la memoria de la madre siempre joven que juega con manteles de encaje, pero también, o sobre todo, en el instante, cuando ya no se desea nada, no se pide nada, no se grita por nada, sino que todo cabe en unos gorriones o unas palomas que están sencillamente ahí. Es el presente absoluto, tan sencillo y tan neutro que elimina de un plumazo todas las oposiciones y hasta todas las violentas plenitudes. Una plenitud aún más plena que se completa serenamente a sí misma.

Confieso que he encontrado a la Betina de la guiñada profunda en su lucha encarnizada contra los monstruos de la costumbre, blandos, tibios y monótonos, y en su aceptación de los actos cotidianos que significan amor, pero más todavía en los instantes de perfección, cuando todo es presencia, cuando el no y el sí se neutralizan, cuando la batalla no se gana ni se pierde sino que todo se detiene y entonces el que goza de esos instantes alcanza a conocer la armonía.

Suerte que existen los poemas. Suerte que una mujer tan bella y tan excepcionalmente talentosa, que frecuentó en Paris y en Buenos Aires a los mayores poetas de su tiempo, haya podido dejar lo que llamé señales de su paso: rastros, huellas de una guerra contra la lenta podredumbre, de un amor que se enfrenta a la muerte morosa con gestos simples, y de un ser que se revela en sus más modestas criaturas. ¿Habríamos hablado de los gorriones, quietos y como suspendidos en un aire tan limpio, de habernos tomado juntas ese té que nos quedamos debiendo? Hagamos de cuenta que nos lo estamos tomando ahora, Betina. Nuevamente a distancia, porque otra vez estoy faltando a la cita, pero por fin reunidas en la contemplación de algo que no necesita demasiados discursos porque su sencillez le basta. Suerte que hay poesía y suerte que has existido vos para probar su existencia.

Alicia Dujovne Ortiz

Texto leído en el Homenaje a Betina Edelberg
en la Sociedad Argentina de Escritores,
29 septiembre 2010



Alicia Dujovne Ortiz

Alicia Dujovne Ortiz nació en Buenos Aires y desde 1978 vive en París.

Publicó numerosos libros para adultos y libros para niños y adolescentes. Entre los primeros se cuentan varias novelas ('El árbol de la gitana', 'Mireya'), biografías ('María Elena Walsh', 'Maradona soy yo', 'Eva Perón') y varios libros escritos en francés que no tienen edición española.

En noviembre saldrá en la editorial Alfaguara de Buenos Aires su novela 'Anita cubierta de arena' que cuenta la historia de Anita Garibaldi.

Su biografía de 'Eva Perón' fue traducida a veinte idiomas, y 'Mireya' a nueve.
Dujovne Ortiz realizó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires.

Ha ejercido el periodismo en Buenos Aires (diarios “La Opinión”, “La Nación” , «Página 12», etc ), México (“Excelsior”), Barcelona (”La Vanguardia”), y París (“Le Monde”, “Les Nouvelles Littéraires”).

Figura en numerosas antologías, entre las cuales “Critical Fictions, The Politics of Imaginative Writing”, edited by Philomena Mariani, Bay Press, Seattle, 1991; Formations, Volume 5, Number 1, 1988; “You can’t Drown the Fire, Latin American Women Writing in Exile”, Edited by Alicia Partnoy, Cleiss Press, Pittsburgh-San Francisco, 1988. Su obra ha sido estudiada en los Estados Unidos por la profesora Gwendolyn Díaz o por Carolina Rocha y Federica Rocco, autoras de extensos trabajos sobre el tema del exilio en A.D.O.

De 1978 a 1995 fue consejera literaria de la editorial Gallimard para las lenguas española e italiana.

Obtuvo la Beca para escritores de la John Simon Guggenheim’s Foundation en 1986, y en seis oportunidades, la beca de creación del Centre National du Livre de Paris.

En 2005 el Ministère des Affaires Etrangères de Francia le confió una «Mission Stendhal» para realizar una investigación en Ucrania y en Rusia que ha dado origen a su libro «El camarada Carlos».

Seleccionada para representar a la Argentina en el evento Il romanzo del Mondo de la Fundacion Mondadori, Milan, 2015,

Coordina talleres literarios en la Embajada Argentina en Paris.

Tiene una hija, dos nietas adolescentes y canta el tango "Besos brujos" con la voz exacta de Libertad Lamarque.

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Libros publicados

«La Madama», novela, Editorial Emecé, Buenos Aires, 2014.

«Dora Maar, Prisionera de la mirada», biografía, Editorial Vaso Roto, México-Madrid, 2014 (publicado en Francia, Rumania, Croacia, Brasil y Finlandia).

«Un corazón tan recio», novela, Editorial Alfaguara, Buenos Aires, 2011.

«¿Quién mató a Diego Duarte? Crónicas de la basura», Editorial Aguilar, Buenos Aires, 2010 (publicado en Francia, Editions du Tango Bar).

«La muñeca rusa», novela, Editorial Alfaguara, Buenos Aires, 2009 (publicado igualmente en Uruguay, México y Francia).

«El camarada Carlos», biografía, Editorial Aguilar, Buenos Aires, 2007 (publicado también en Francia).

«Las perlas rojas», novela, Editorial Alfaguara, Buenos Aires, 2005.

«Anita cubierta de arena», novela, Editorial Alfaguara, Buenos Aires, 2003 (publicado también en Francia, edición normal y de bolsillo).

«Al que se va», ensayo, Editorial El Zorzal, Buenos Aires, 2002.

“Mireya”, novela, Editorial Alfaguara, Buenos Aires, 1998 (publicada también en Francia –nominada para el Prix Médicis Etranger-, en Alemania-edición normal y de bolsillo, y en Brasil, Portugal, Holanda, Finlandia, Rumania y Grecia).

“El árbol de la gitana”, novela, Editorial Alfaguara, Buenos Aires, 1997, Madrid, 1998. (Publicada también en Francia y en Brasil).

“Eva Perón, la biografía”, biografía, Editorial Aguilar, Buenos Aires, 1996, y Madrid, misma fecha. Escrita originariamente en francés y traducida al español por la autora. (Publicada también en Francia, Italia, Alemania, Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, Finlandia, Grecia, Brasil, Portugal, Polonia, Corea y Japón, en ediciones normales y de bolsillo. Best-seller en la Argentina, Italia e Inglaterra).

“Maradona soy yo”, Editorial Emecé, Buenos Aires, 1994. Escrita originariamente en francés y traducida al español por la autora. (Publicada también en Francia, Italia y Japón).

“El agujero en la tierra”, novela, Editorial Monte Avila, Caracas, 1980. (Publicada también en Francia).

«María Elena Walsh», biografía, Editorial Júcar, Colección Los Juglares, Madrid, 1979.

“El buzón de la esquina”, novela, Editorial Calicanto, Buenos Aires, 1977. (Publicada también en Francia y en Italia).

“Recetas, florecillas y otros contentos”, poesía, Editorial Rayuela, Buenos Aires, 1973.

“Mapa del olvidado tesoro”, poesía, Editorial Kraft, Buenos Aires, 1969.

“Orejas invisibles para el rumor de nuestros pasos”, poesía, Editorial Bibliográfica Omeba, Buenos Aires, 1967.

De próxima aparicion:
"La mas agraciada", novela, Ediorial Emecé, Buenos Aires, 2015.

“Muerte imaginaria de Cervantes”, novela, Editorial Vaso Roto, México-Madrid, 2015.

En preparación:
"Aguardiente", novela

Libros no publicados en español:
«Les fiancés du jardin potager», cuento para niños, Editions Grasset Jeunesse, 1983, reeditado en 2005, libro-CD, collection Trombones, voz y música.

«Villa Miseria», novela para adolescentes, Editions Rageot, Paris, 2003.

“Bogota”, ensayo, Editions du Champ Vallon, Paris, 1991.

“Le sourire des dauphins”, novela para adolescentes, Editions Gallimard, Paris, 1987. (Publicada también en Corea).

“L’or de Pizarre”, novela para adolescentes, Editions Hachette, Paris, 1986.

“Buenos Aires”, ensayo, Editions du Champ Vallon, Paris, 1984 (reeditada por el Festival «Les Allumés» de Nantes, 1991).



17 abril 2012, 19h
Presentación del libro de Gerardo Lehmann
'Las islas verdaderas no estan en los mapas'

En la SADE, Sala Marechal
Uruguay 1371
ubioba@gmail.com





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han elogiado
Edelberg:








Cuando la debilidad hace la fuerza
Por Alicia Dujovne Ortiz

¿Qué tuvieron Evita y Gardel que no tuvo nunca el Che? Además de sus habilidades futbolísticas, ¿qué tiene Maradona que lo convierte en figura heroica aun fuera de nuestras fronteras?

Los griegos, que lo entendieron todo, también comprendieron que la esencia del héroe amado por el pueblo está en su fragilidad. Una heroína o un héroe sin talón de Aquiles no tienen verdadera índole heroica. Las actuales agencias de publicidad u oficinas de producción pueden fabricar un ídolo dotándolo de los supuestos componentes necesarios para la venta, pero no pueden construir un héroe. El punto débil característico del héroe no es negociable. Es posible producir cualquier cosa menos un punto débil. Los muñequitos y muñequitas de narices, pechos o caderas producidos carecen de lo fundamental, la fragilidad indispensable para excitar la imaginación y, con ella, el amor. Carecer de fragilidad es carecer de existencia real. Por eso gritamos desaforadamente al ver al ídolo sobre el escenario, por eso le arrancamos los pedazos, le tironeamos la camisa hasta hacérsela trizas, por eso deseamos asesinarlo para apropiarnos mágicamente de su triunfo, lo queremos comer, deglutir, digerir y, por fin, olvidar, pero ninguna de esas reacciones lindantes con el canibalismo tendrá el menor parecido con la emoción profunda y familiar que sentimos al evocar a un héroe con punto débil.

Un héroe es alguien que, contrariamente a la inexistencia del ídolo, concentra en sí mismo la más formidable dosis de realidad. Lo que en él o ella nos conmueve es que exista, y que exista sufriendo. El héroe debe triunfar pero también sufrir. Además, en la Argentina, resulta obligatorio que el héroe sea de origen humilde, que se eleve en la escala social gracias a su coraje o su talento, y que termine mal.

Si no muere de muerte violenta o entre espantosos dolores, al menos debe vivir al borde del riesgo, en una permanente agonía que nos haga temer por él. La preocupación por su suerte es un sentimiento de tipo maternal que nos libra de la rivalidad asesina suscitada por el ídolo sin punto débil: el héroe está arriba, allá donde nosotros nunca estaremos, pero expuesto a peligros que provienen de su humanidad y lo vuelven próximo.
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Entrevista a Dujovne Ortiz en la TV Argentina






Entrevista de Alicia Dujovne Ortiz sobre su nuevo libro 'La Madama'





Una malicia que no debe morir


Pepe Fernández no sólo era un notable fotógrafo argentino; además, era el "Pepe" de la famosa "Zamba para Pepe", de María Elena Walsh. Durante décadas fue una especie de embajador informal para los compatriotas que llegaban a París, donde se había radicado en los años 60. Su simpatía y su ingenio irresistibles cautivaron a personajes tan disímiles como Silvina Ocampo y Guillermo Vilas. Murió el 14 de julio último en su departamento de Saint-Germain-des-Prés.


['Zamba para Pepe (Fernández)' de María Elena Walsh, interpretada por Julia Zenko]


...Lo que tampoco supe, ni en esos años ni hasta mucho más tarde, fue que por el oscuro corredor solía pasar el poeta Wilcock, a visitar a Pepe y a su hermana. Wilcock había conocido a los dos adolescentes a la salida del Colón. Los escuchó comentar el concierto con una deliciosa arrogancia y les habló. El era un joven de unos veintiocho años, fino, cultísimo, "Y yo un brutito en todo, salvo en música", contaba Pepe. No sabemos lo que habría resultado su historia, de no mediar ese encuentro. ¿Acaso tiene sentido preguntárselo? Pepe habría sido Pepe de todos modos. Pero gracias a Wilcock, el "brutito" chispeante y de un desopilante desparpajo llegó a la casa de Silvina Ocampo y de Bioy Casares, ya para quedarse, convertido en asiduo comensal de aquellas legendarias comidas en las que siempre estaban Borges, el otro Pepe (Pepe Bianco), y Wilcock.

Silvina lo adoptó de inmediato: el pibe de Flores que no tenía miedo de jugar en el patio de los grandes se volvió su cómplice. Sólo con él podía reírse a gusto, de todo, y de todos. Mientras Borges y Bioy se dedicaban a inventar esos delirios a dúo que a ellos les parecían de una comicidad irresistible ("¿Y si el cielo fuera verde?", "ja, ja", "¿Y si el pasto fuera rosa?", "ja, ja"), Silvina se inclinaba hacia su protegido, le acercaba a la oreja su gran boca de comisuras un poco amargas y susurraba: "¿A vos te divierte Borges?".


...lea el artículo de Alicia Dojovne Ortiz publicado en La Nación pulsándo aquí [+]