Psicología para personas inteligentes

¿Cómo opera la Psicología?

Oedipus by Dali
EDIPO.- Nada de lo que estoy advirtiendo dejaré de decir, según estoy de encolerizado. Has de saber que parece que tú has ayudado a maquinar el crimen y lo has llevado a cabo en lo que no ha sido darle muerte con tus manos. Y si tuvieras vista, diría que, incluso, este acto hubiera sido obra de ti solo.

TIRESIAS.- ¿De verdad? Y yo te insto a que permanezcas leal al edicto que has proclamado antes y a que no nos dirijas la palabra ni a éstos ni a mí desde el día de hoy, en la idea de que tú eres el azote impuro de esta tierra.

'Edipo Rey' de Sófocles

(Imagen) Edipo y el Enigma, de Salvador Dalí



Wo Es War sollt Ich werde
Where it was shall I become
Sigmund Freud

It = chaos, unconscious, problem, symptom...
I = grammatically the first singular person, pro-nom personal...


Existe una condición indispensable para beneficiar de la Psicología:

Una persona que desee beneficiarse de la psicología debe demostrar un compromiso real con el descubrimiento de la verdad y, por lo tanto, una voluntad de examinar su propia subjetividad para llegar a las raíces de cualquier problema o conflicto que le cause sufrimiento, con el objetivo de resolverlo.

Esta condición implica que el primer paso sería formular el problema y determinar si existe margen de tratamiento, en el sentido matemático de la expresión. Pues la clave para resolver cualquier problema reside en desentrañar su enigma y deconstruir aquellos elementos que escapan al control, causando sintomas en el cuerpo y en la mente, bloqueando los propios recursos o impidiendo la creatividad...

Tras haber mencionado estos factores, se puede empezar a comprender por qué la verdadera disciplina psicológica encuentra una resistencia irracional.

El ser humano no está dispuesto a examinar su propio corazón, y mucho menos el lado oscuro. No halaga al ego descubrir un inconsciente operando en las sombras y tener que asumir la responsabilidad para gobernar creativamente sus fuerzas en adelante. Sin embargo, tal es el camino hacia la realización personal, tanto a nivel individual como colectivo (que obviamente está formado por individuos). Tomar el camino de la comprensión es la vía correcta si uno desea realmente librarse de cualquier enfermedad o situación perjudicial.

Sin embargo, bien pensándolo, en lugar de malgastar nuestra vida engañándonos, como un avestruz, sería prudente preocuparse por conocer nuestro propio corazón. Después, nadie escapa del oráculo de Delfos: solo la verdad puede liberarnos como individuos y como grupo humano o sociedad.

Por eso los grandes maestros de la humanidad (Sócrates, Siddhartha, Moisés, Jesús, Mahoma, etc.) invitaron a sus discípulos a comprender verdaderamente, examinando cuidadosamente sus corazones, a través de las palabras que escapan por la boca y revelan así el lado desconocido de la mente. Jesús de Nazaret, por ejemplo (Mt. XV 16-20), siguió en ello el método socrático de deshacerse de los problemas descubriendo la verdadera razón de ser de cada cosa que sucede, incluso sin nuestra voluntad consciente.
Un método siempre válido al tratar con seres humanos, que Aristóteles resumió en esta memorable definición: «Una educación que no es un examen del corazón no es en absoluto una verdadera educación».
Esos grandes maestros de la humanidad, tras un cuidadoso examen de los asuntos humanos, concluyeron —por muy diferentes que fueran sus orígenes y perspectivas— que nuestro corazón es el alma de todo lo humano, desde el infierno hasta el cielo.

Este corazón que actúa en los asuntos humanos es, según Freud (quien fue un erudito clásico), lo que desde entonces llamamos el inconsciente.

En otras palabras, para descubrir la luz del espíritu y poner sus recursos en acción, una «buena conciencia» no basta. Porque, como dice el proverbio: las buenas intenciones empedran el camino al infierno. Por lo tanto, vale la pena cuidarse de ir más allá del velo y las máscaras de lo meramente evidente y, con ética valentía, examinar el punto de vista que uno tiene de sí mismo y de los demás; para poner en marcha el cambio creativo tan largamente deseado.

En resumen (en clara oposición al credo adulador de moda o a las psicoidiotologías de programación cerebral), la verdadera Psicología siempre significará: intelección del alma. En otras palabras: es la disciplina socrática y mayéutica en la que la cura o la solución consiste (más allá de las frustraciones pasadas) en comprender como gimnasia de las facultades del alma —sobre todo la facultad de la inteligencia— para crear el propio bienestar.



'Edipo Rey' de Sofocles, en versión de Pier Paolo Pasolini